Por: Lapislázuli Periódico | @funlazuli
Alejandro Jiménez-Schröder
Hace unas semanas conmemoramos el Día de la mujer. Quizá por esto, una de las principales confusiones que representa esta fecha es la de creer que la celebración del Día de los Hombres es una ocasión para equiparar ambas fechas, sin al menos percatarse que los motivos, las razones y luchas que motivan esta conmemoración son diferentes a las luchas de la mujer. No con esto quiero decir que sea más importante, sino simplemente, diferentes; aunque pensándolo detenidamente, tienen más en común que en diferencias. Las luchas por las que atraviesa un hombre son fundamentalmente por el reconocimiento de ser “sujeto” (individuo) en medio de una sociedad que estereotipa, estandariza y generaliza. Tal vez por ello, comprender que lejos de establecer una dicotomía, una relación antagónica entre hombres y mujeres, o partir de un binarismo para explicar la sociedad, es importante reconocer que tanto hombres como mujeres padecen a causa de una sociedad con grandes inequidades, sin importar su género.
Es importante recordar los motivos por los cuales se dio origen a esta celebración. En el año de 1999 fue instaurada esta fecha con el objetivo es promover modelos masculinos positivos de la vida cotidiana, celebrar las contribuciones positivas de los hombres a la sociedad, mejorar las relaciones de género en pos de igualdad; y se centra, especialmente en el cuidado de la salud integral. Lejos de ser una conmemoración religiosa, el Día del Hombre busca evidenciar tanto los logros alcanzados por los hombres, como evidenciar los problemas por los que atraviesan. Paradójicamente, en Colombia, la fecha dejó de celebrarse el 19 de noviembre, para celebrarse el 19 de marzo Día de “San José” padre de Jesús y Santo patrono del silencio.
Vale la pena reconocer cómo el silencio de la violencia sexista hace que el hombre desde su crianza, sea motivo de generalizaciones y estereotipos como: “El deber del hombre es proveer, soportar y callar. El hombre que debe callar sus sentimientos, impedido de llorar, pues como bien se lo han repetido desde niño ¡Los hombres no lloran, sea macho! ¡Actúe como hombre! Y a partir de allí, van sumándose una serie de silencios con los cuales el hombre debe ir cargando a lo largo de su vida, sin saber si puede expresar su ternura frente a la mujer, o a sus hijos, o dar un abrazo/beso entre amigos y familiares, o usar ropa sin prejuicios de color, o mirarse al espejo y contemplarse cómo es y sentirse orgulloso de ello.
Este silencio, y muchos otros, aunque parecieran jocosos, tienen repercusiones tan graves, como la imposibilidad de asumir la necesidad, la urgencia de generar espacios de confianza. Silencios que pueden ir agravando la salud mental del individuo, saturando sus angustias, acumulando sus tristezas y desbordando sus emociones. O simplemente, ocultado un problema tan cotidiano en la vida de muchos hombres como es el asumir sin vergüenza la necesidad de diagnosticar a tiempo un cáncer de próstata, principal causa de mortalidad por cáncer en hombres.
¡Feliz Día hombre! ¡Shhhh! ¿Guardar silencio? ¡Nunca más!