Ministerio de las Culturas se opuso a la venta de dos obras de Débora Arango

 

El intento del Museo de Arte Moderno de Medellín (MAMM) de vender al Banco de la República dos obras de Débora Arango: Rojas Pinilla y Madonna del silencio se topó con una negativa oficial. El Ministerio de las Culturas, las Artes y los Saberes informó que no considera procedente autorizar la enajenación, pues ambas piezas forman parte de la colección de 233 lienzos donada por la artista al MAMM en 1986 y declarada Bien de Interés Cultural (BIC) en 2004.

En un comunicado publicado en X, la ministra Yannai Kadamani recordó que la voluntad de Arango fue que su legado permaneciera íntegro en el MAMM y que su conservación y resguardo fueran indivisibles. “Era voluntad de la maestra Débora Arango que el MAMM conservara y resguardara la colección como unidad”, afirmó la funcionaria, al advertir que separar las obras atentaría contra el carácter irrevocable de la donación.

Por su parte, el museo interpuso un recurso de reposición frente al concepto ministerial y la próxima semana se resolverá la actuación administrativa. Mientras tanto, la cartera cultural propuso alternativas para evitar que las obras permanezcan en bodegas. “Le hemos propuesto al MAMM en conversaciones previas que se pueden llevar a cabo gran variedad de estrategias para la exposición de las obras, como el préstamo a través de comodato o convenio que bien se podrían hacer con el Museo Nacional de Colombia y el Banco de la República de manera conjunta”, indicó la ministra.

La polémica venta de las obras de Débora Arango

La polémica estalló cuando se conoció que el MAMM había ofrecido al Banco las dos obras, argumentando que la operación permitiría ampliar la difusión del legado de Arango y, al mismo tiempo, fortalecer la capacidad del museo para conservar su colección y diversificarla con más artistas mujeres. La directora del museo, María Mercedes González, señaló que apenas un 10 % de la colección se exhibe por falta de espacio y recursos, y que el Banco, con su red cultural en todo el país, aseguraría mayor visibilidad para las piezas.

El anuncio, sin embargo, encendió alarmas en el sector cultural. El Consejo Internacional de Museos (ICOM) expresó su rechazo a la operación, recordando que la ética museística obliga a preservar la integridad de las colecciones y que los recursos financieros nunca pueden justificar la venta de bienes declarados patrimonio.

Voces académicas también se sumaron: el profesor Mario Ómar Fernández (Universidad de los Andes) calificó la iniciativa como “éticamente grave” y advirtió que fragmentar la colección crea un precedente riesgoso para el manejo de legados patrimoniales.

El debate, más allá de dos cuadros, interpela la relación entre ley, memoria y gestión cultural. Mientras algunos defienden que la unidad de la colección es sagrada, otros, como el investigador Elkin Rubiano, consideran que transferirlas a una entidad pública no vulnera su carácter de BIC y podría democratizar el acceso a su obra.


Fuente: EL ESPECTADOR

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Editor FUNLAZULI

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