
El Códice Maya de Dresde, uno de los tres códices precolombinos que se conservan, fue publicado en facsímil por primera vez en 1906. Desde entonces, ha sido objeto de múltiples estudios por su precisión astronómica, su estética y su profundidad simbólica. El códice, de 74 páginas en forma de biombo, se considera una de las joyas de la literatura mesoamericana, con predicciones solares, eclipses y rituales dedicados a deidades como Chaac y Ix Chel.
En 2025, este manuscrito del siglo XI no solo se estudia: se vive. Gracias a un proyecto colaborativo entre arqueólogos, lingüistas mayas y desarrolladores digitales, se ha creado una edición interactiva con capas de traducción, animaciones y comentarios en lenguas indígenas. Esta edición –disponible en la Biblioteca Virtual de América Latina– utiliza realidad aumentada y permite explorar cada glifo con contexto cultural, histórico y visual.
Además, el facsímil impreso en papel amate con técnicas tradicionales ha sido reeditado por talleres artesanales en Chiapas y Guatemala, devolviendo simbólicamente el códice a sus pueblos de origen. Escuelas rurales lo utilizan como parte del currículo intercultural bilingüe, revitalizando la escritura y el calendario maya.
De esta forma, el códice se transforma en un puente entre lo ancestral y lo contemporáneo, entre la sabiduría milenaria y la tecnología. ¿Cuántos secretos siguen aguardando en las páginas que ahora también podemos tocar, leer… y ver cobrar vida?