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Hay muchas formas de apreciar el arte, y para algunos, una buena copa de licor puede ser una de ellas. Pero, ¿alguna vez te has preguntado si hay una conexión real entre ciertos cuadros famosos y el licor? La respuesta es sí, y te dejará boquiabierto descubrir cómo algunas obras de arte y bebidas espirituosas tienen una conexión sorprendente.
1. «La última cena» de Leonardo da Vinci y el vino
Es posible que hayas visto esta icónica pintura de la cena de Jesús con sus apóstoles. Pero, ¿sabías que el vino es un elemento importante en la obra? En la cultura cristiana, el vino simboliza la sangre de Cristo, y en la pintura, se puede ver a los apóstoles sosteniendo copas de vino. Otro dato curioso sobre el vino en el cuadro «La Última Cena» es que la forma en que se sirve el vino en la pintura es inusual y puede tener un significado simbólico. En la escena, Jesús y sus discípulos están compartiendo una sola copa de vino, en lugar de tener cada uno su propia copa. En la Última Cena, el hecho de que Jesús y sus discípulos estén compartiendo una sola copa de vino puede representar la idea de que ellos son unidos en un propósito común, incluso en medio de la adversidad y la traición que se avecina. También puede simbolizar la idea de que todos son iguales ante los ojos de Dios y deben compartir los mismos recursos y sacrificios.
2. “Vaso de vino y bote” (1956), de Salvador Dalí
«Vaso de vino y bote» (1956) es una obra surrealista del famoso artista español Salvador Dalí. En esta obra, Dalí presenta una imagen extraña e inquietante de un vaso de vino flotando sobre un bote de remos en un paisaje desolado. Lo más curioso de esta obra es la técnica que Dalí utilizó para crearla. En lugar de pintar directamente sobre un lienzo, Dalí utilizó la técnica del «decalcomanía», que consiste en presionar pintura fresca entre dos superficies y luego separarlas, creando un efecto similar al del papel de calco.
En el caso de «Vaso de vino y bote», Dalí aplicó esta técnica a una placa de vidrio, creando un patrón de pintura que luego transfirió a un lienzo. El resultado final es una imagen borrosa y difusa que parece flotar en un espacio indefinido. El uso de la técnica del decalcomanía en esta obra de Dalí es especialmente interesante porque esta técnica a menudo se asocia con la producción en masa y la reproducción mecánica, mientras que Dalí era conocido por su interés en el surrealismo y en la creación de obras únicas y originales.
3. «El bebedor de absenta» de Viktor Oliva (1901)
En “El bebedor de absenta”, que se expone en un café de Praga, no quedan ya clientes; sólo el escritor sin libro aparece postrado en una mesa junto con unas cuartillas, su sombrero y un vaso que contiene un líquido de inconfundible color verde. Es el hada verde, la musa de poetas y pintores, la bebida alucinógena de sabor amargo y color esmeralda. Por eso aparece en su ebriedad una mujer desnuda de un irreal color verde. Además, está difuminada, no es real. Un encorvado camarero contempla a su único cliente en un discreto segundo plano. Está rodeado de mesas vacías, hace ya horas que debería haber echado el cierre el local.
5. «El almuerzo de los remeros» de Pierre-Auguste Renoir y el vino blanco
Esta pintura del siglo XIX representa a un grupo de amigos disfrutando de un almuerzo en un restaurante junto al río. Se puede ver que algunos de ellos están bebiendo vino blanco, lo que sugiere que el vino era una bebida popular entre la gente adinerada de la época.
6. “Los bebedores” (1883), de James Ensor
Pasó toda su vida en Ostende, su ciudad natal, excepto entre 1877 y 1880, durante su etapa de formación en la Académie Royale des Beaux-Arts de Bruselas. En sus comienzos se dedicó a realizar paisajes urbanos, marinas e interiores en una gama cromática sombría. Sin embargo, poco a poco el color y la luz fueron adquiriendo más importancia en su obra, influido quizás por la corriente impresionista. Se supone que en 1887 viajó por primera vez a Londres, donde debió ver las obras de William Turner, que acabarían por determinar su interés por la luz. A partir de la década de 1880 sus obras comenzaron a poblarse de seres extraños, esqueletos y personajes enmascarados, que en muchas ocasiones se convertían de este modo en una sátira social. En paralelo a esta evolución, su temática se vería ampliada por el gusto por el autorretrato y los temas religiosos, en los que en ocasiones la figura de Cristo se identificaba con la del propio artista. En 1883 participó en la fundación del grupo de Los XX, que intentaba promover un cambio artístico en Europa y que introdujo el postimpresionismo y el simbolismo en Bélgica. Ensor colaboró con este grupo hasta su disolución en 1894, a pesar de sus diferencias con algunos miembros como el secretario Octave Maus.
7. “Los bebedores” (1861), de Honoré Daumier
«Los bebedores» es una famosa serie de litografías creada por el artista francés Honoré Daumier en 1861. Cada una de las imágenes muestra a personas bebiendo en distintas situaciones sociales y en diferentes niveles de embriaguez. Daumier creó estas litografías mientras estaba en prisión. En 1832, había sido encarcelado por caricaturizar al rey Luis Felipe I de Francia en una de sus obras, y aunque fue liberado poco después, su tiempo en prisión dejó una marca en él. Cuando volvió a ser encarcelado en 1860 por sus críticas a Napoleón III, Daumier comenzó a crear «Los bebedores» en su celda de la prisión de Sainte-Pélagie en París. La serie fue publicada por la revista satírica francesa «Le Charivari» poco después de su liberación en 1861, convirtiéndose en una de las obras más famosas de Daumier.