Festivales culturales como espacios de resistencia: una mirada desde la juventud colombiana

Ojo al Sancocho es un festival internacional de cine y video comunitario que se realiza cada año desde 2008 en la localidad de Ciudad Bolívar en Bogotá. Colombia. Acreditado por la Asociación Nacional de Festivales (ANAFE​), junto con los festivales de Bogotá, Popayán, San Agustín, Villa de Leyva, Barichara, entre otros. Foto: www.facebook.com/festivalojoalsancocho/photos

 

Por: Juan Medrano

 

En un país como Colombia, donde las realidades sociales son tan diversas y complejas, los festivales culturales alternativos se han convertido en verdaderos espacios de resistencia y transformación. Estos eventos, lejos de ser simples espectáculos, son plataformas que emergen desde las comunidades para expresar, denunciar y construir nuevas formas de convivencia y entendimiento.

Uno de los ejemplos más emblemáticos es el Festival de Teatro Alternativo (FESTA), organizado por la Corporación Colombiana de Teatro. Desde su creación en 1990, el FESTA ha sido un espacio que reúne a grupos teatrales de todo el país, promoviendo la dramaturgia nacional y el acceso a las artes escénicas para públicos diversos. En su edición más reciente, realizada del 22 al 31 de marzo de 2024, el festival ofreció más de 60 funciones de teatro, danza y performance en 15 escenarios de Bogotá, con la participación de 30 grupos locales, 25 nacionales y 5 internacionales .

 

Quizá quieras leer: El Festa 2020: un espacio para la reflexión y el debate

 

Otro evento significativo es el II Festival Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, que se llevó a cabo en abril de 2025 en Guadalajara y Ciudad de México. Este festival reunió a más de 50 organizaciones de México y América Latina, ofreciendo una programación que incluyó teatro comunitario, arte urbano, música y danzas tradicionales . La Caravana Quetzalcóatl, parte del Movimiento Latinoamericano de Cultura Viva Comunitaria, recorrió diversas regiones de México y Costa Rica, llevando expresiones culturales a comunidades que rara vez tienen acceso a este tipo de eventos .

Estos festivales no solo ofrecen entretenimiento, sino que también funcionan como espacios seguros y protectores, especialmente para jóvenes en contextos de riesgo o para comunidades que han sido sistemáticamente excluidas. A través de prácticas artísticas, estos grupos encuentran un lenguaje propio para expresar lo que a menudo ha sido silenciado o estigmatizado.

Además, son laboratorios de organización comunitaria: detrás de cada festival alternativo hay redes de colectivos, liderazgos sociales, organizaciones de base y trabajo colaborativo. Son experiencias que fortalecen el tejido social, generan sentido de pertenencia y abren oportunidades para nuevas formas de economía solidaria, participación política y autonomía territorial.

En tiempos de crisis global —económica, ambiental y política—, los festivales culturales independientes y comunitarios nos recuerdan que otra forma de habitar el arte, la ciudad y el mundo es posible. Que la cultura no es solo espectáculo, sino también un campo de disputa por la memoria, por el sentido y por el futuro. Y que cada canción, cada mural, cada escena puede ser una chispa para el cambio social.

Como joven colombiano, he sido testigo de cómo estos espacios han impactado positivamente en mi comunidad, ofreciendo alternativas para la expresión y el diálogo. Es fundamental que reconozcamos y apoyemos estos esfuerzos, entendiendo que la cultura es una herramienta poderosa para la transformación social y la construcción de un país más justo y equitativo.

Loading

Editor FUNLAZULI

Entrada siguiente

Niños y niñas de Tumaco (Colombia) y Dakar (Senegal) cocrearon el corto animado ‘El niño Kankurang, la ballena y sus amigos’, que se estrena en la FILBO 2025

Lun May 5 , 2025
El Minculturas creó la Estrategia África como una propuesta para […]

Puede que te guste