
El mundo literario está de fiesta este 2025: el Premio Nobel de Literatura ha recaído en el escritor húngaro László Krasznahorkai, a quien la Academia Sueca ha distinguido “por su obra cautivadora y visionaria que, en medio del terror apocalíptico, reafirma el poder del arte”. Este galardón no solo honra una voz singular de la literatura contemporánea, sino que dibuja una cartografía de apuestas estéticas extremas, donde la densidad narrativa, el asalto a la forma y la tensión entre lo humano y lo monstruoso convergen.
Un autor infrecuente, un reconocimiento inédito
Krasznahorkai se convierte así en el segundo escritor húngaro en recibir el Nobel, tras el poeta Imre Kertész, galardonado en 2002. Sus logros no son poco: colaborador habitual del cineasta Béla Tarr (escribió los guiones de seis de sus películas), poseedor del Premio Formentor en 2024 , y autor de una obra que ha sido traducida y debatida en numerosos idiomas y ámbitos críticos.
El anuncio del Nobel reactivó la atención sobre su literatura. En Hungría, librerías y lectores celebraron el reconocimiento con ventas inmediatas y homenajes literarios institucionales y populares. Para los analistas del ámbito cultural, el Nobel es también un guiño: valorar lo exigente, lo minoritario, lo fronterizo frente a lo comercialmente cómodo.
Biografía: del sudeste húngaro al diálogo con la modernidad
László Krasznahorkai nació el 5 de enero de 1954 en Gyula, una localidad del sureste de Hungría, cercana a la frontera con Rumanía. Si bien inicialmente estudió Derecho en Szeged (1973‑1976), su interés lo llevó a cambiar de rumbo hacia la literatura y la lengua húngara en la Universidad Eötvös Loránd (ELTE) en Budapest.
Su vida estuvo marcada por un deseo de expedición estética: residencias en Berlín (beca DAAD, 1987), estancias en Mongolia, China y Japón. Estas experiencias alimentaron su sensibilidad hacia lo marginal, lo intenso y lo contemplativo. En su literatura conviven referencias al centro europeo —Kafka, Thomas Bernhard— con una mirada permeada por Oriente, un puente entre geografías literarias y espirituales.
Un estilo que devora la linealidad
Krasznahorkai se ha hecho famoso —o célebre, según el lector— por su prosa aparentemente inabarcable: largas oraciones que a menudo se extienden sin pausas o sin puntos convencionales, un fluir que exige al lector una entrega activa. Él mismo ha afirmado que no cree en el derecho humano a poner un punto final: “el punto final siempre lo pone Dios”. Esta audacia formal se conjuga con una imaginería apocalíptica y una tensión hacia el abismo, universos en vértigo donde el orden y el caos pugnan sin tregua.
Los temas constantes de su obra son el colapso (social, moral, existencial), la memoria, la fragmentación del sujeto y el paso del tiempo. En su segundo libro, La melancolía de la resistencia, utiliza escenas grotescas y oníricas para describir un valle en revuelta, con un circo fantasmal y disturbios urbanos. En Guerra y guerra, su prosa ha adquirido un tono aún más fluido, una sintaxis que busca el desbordamiento de lo narrable.
Obras destacadas para entender su mundo
Algunas obras clave para aproximarse a Krasznahorkai:
- Sátántangó (1985): su primera novela, ambientada en un ambiente rural postcolectivista, llevó al cine por Béla Tarr en 1994.
- La melancolía de la resistencia (1989): un estallido narrativo donde lo real y lo absurdo se entrelazan.
- Guerra y guerra (1999): un giro más contemplativo aunque igualmente apremiante.
- Barón Wenckheim vuelve a casa (2016), Seiobo descendió a la Tierra (2008) y El Manhattan-Plan (2018) figuran igualmente entre sus títulos más admirados.
- Seiobo descendió a la Tierra, compuesto por 17 relatos organizados bajo la secuencia de Fibonacci, explora la creación artística, la belleza efímera y la impermanencia.
Además, su intensa relación con el cine lo llevó a colaborar con Béla Tarr en guiones para películas como Werckmeister Harmonies, Damnation y Sátántangó.
Significados del Nobel 2025
Este reconocimiento tiene varios alcances simbólicos:
- Reivindicación de la dificultad literaria: Krasznahorkai no es un autor de masas, sino de lectura exigente. Que el Nobel recaiga en él es un gesto hacia la literatura que reta más que entretiene.
- Visibilidad para la Europa central: la literatura de Hungría y de Europa del Este suele estar subrepresentada en premios globales; este Nobel coloca su cultura al frente del escenario literario.
- Un puente para lectores de habla hispana: muchos de sus títulos ya están traducidos al español, pero ahora puede haber un nuevo impulso editorial y lector para adentrarse en su obra desafiadora.
- Equilibrio simbólico en la nómina del Nobel: la lista reciente de galardonados parecería alternar géneros y geografías, y ahora el premio se vuelca hacia una voz masculina —tras la surcoreana Han Kang (2024), Jon Fosse (2023) o Annie Ernaux (2022)—, planteando nuevos equilibrios.
El 10 de diciembre, en Estocolmo, se celebrará la entrega del premio, momento en que Krasznahorkai subirá al podio para recibir la medalla y el diploma que honran una obra tan extrema como comprometida.