Reseña “Manzanitas verdes al desayuno”, de Milciades Arévalo

Milciades comparte en este libro una experiencia que trasciende el plano erótico, pues sus historias no solo llevan a viajar a través de la imaginación por sentimientos y emociones, sino que construye un universo en donde somos espectadores del sentimiento humano.

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Por: Alejandro Jiménez Schroeder

El libro “Manzanitas verdes al desayuno” de Milciades Arévalo es publicado en 2009 por Ediciones Sociedad de la Imaginación, y reeditado en 2017 por Ediciones Exilio. Allí encontramos 18 historias, a través de las cuales el autor adentra sus relatos de cotidianidad, marcados por el deseo, la sexualidad y el erotismo. Historias en las cuales el común denominador es la fantasía y la condición humana en sus distintas facetas. Es por ello, que a través de cada uno de estos relatos, lleva a reconocer los distintos estados emocionales, afectivos, ideas y deseos por los que atraviesan los personajes, haciendo que estos sean no solo la excusa para hablar de sexo, sino para contar historias de seres de carne y hueso comprometidos de lleno con la vida.

Cada historia relata un personaje: escritor, novio, padre de familia o esposo; y sin importar cuál es el rol que desempeña, el autor logra crear una visión masculina a través de la cual se representa la cotidianidad. Un modo de ver el mundo desde el deseo, desde los imaginarios que se van construyendo en nuestra sociedad y son parte de la colección de referentes que enmarcan nuestra cultura.

He de confesar que al ver la portada vino a mi mente nombres emblemáticos de la literatura erótica como Sade o Nabokov. Y estos a su vez, fueron minando mi cabeza con palabras como placer, lujuria, recordando algunas fantasías sexuales y otras tantas fantasías textuales: en resumen, esperaba que el libro fuera esa combinación entre literatura y deseo, entre el placer terrenal y la experiencia metafísica del arte del amor.

Las palabras de Milciades por sí mismas, se enmarcan dentro de un universo de sexualidad, y el marco erótico está presente; sin embargo, en el desarrollo, aspectos como los dilemas éticos y las dudas existenciales del personaje saltan al plano principal; su narrativa pasa de retratar una construcción de un erotismo carnal, a trascender la experiencia física, e ir hacia la elaboración de historias que se entreveran con psique humana  y los azares del destino. Es un erotismo que dista de aquel que podríamos encontrar en los universos del Márquez de Sade, o Hernán Hoyos (el pornógrafo) pues mientras el primer autor adentra en el género erótico desde los excesos, los contrastes y la perversiones sociales, el segundo escribe desde la voracidad sexual, el deseo explícito, el acto erótico como fin último para el lector y las descripciones gráficas que buscan satisfacer el instinto básico: el morbo. En el caso de Milciades, el autor busca adentrarse en reflexiones del ser humano, preguntas profundas, y descripciones que se hacen necesarias para socavar y comprender las preocupaciones y deseos del alma humana.

 

[La historia del cómo llegó este libro a mis manos. Es una historia sencilla que empieza en la FILBo 2015, año en que Lapislázuli Periódico entrevistó a Milciades Arévalo para conocer más de su vida y obra desde Puesto de Combate [Ver Entrevista]

 

 

En “Manzanitas verdes al desayuno” hay personajes cotidianos inmersos en la urbe, con preocupaciones como el ejercicio del escritor, con carencias económicas, o carencias de amor. Personajes que recuerdan que el erotismo es una faceta de la vida, e indudablemente ligada a las particularidades de la experiencia humana. Podemos acercarnos al sexo a través de la literatura, pero el personaje no puede desprenderse de quién es. Sus estados anímicos, su euforia, su pudor, su libido o sus complejos, son los que terminan limitando que una obra se acerque a una realidad, y no quede en personaje estereotipados.

Memoria y Seducción: historias de un lento vuelo del que nunca se regresa

El libro comienza con un protagonista, que es personaje y narrador al mismo tiempo; un escritor en primera persona que nos adentra en la historia de “Alina y el fuego”, una exploración a través de la palabra, un recorrido por la ciudad, un paseo por la identidad del ser humano, y los azares del destino.

Milciades comparte en este libro una experiencia que trasciende el plano erótico, pues sus historias no solo llevan a viajar a través de la imaginación por sentimientos y emociones, sino que construye un universo en donde somos espectadores del sentimiento humano. Sus personajes son abatidos por el destino, y se debaten entre los extremos de la dicha y la miseria. Son seres de la humanidad, que mientras tienen las reflexiones más profundas y transcendentales, están en lo mundano.

 

Este libro es breve, de fácil y amena lectura; y sin embargo, su estructura narrativa, el uso de metáforas, y construcciones de imágenes, animan a releer sus historias una vez más.

 

En el libro, los personajes están atrapados en una sociedad donde la muerte es mujer y no sabe nuestro nombre. Una sociedad donde la guerra y violencia que ha padecido nuestro país es telón de fondo de su trágico destino, y nos sumerge en una profundidad de tristezas, desesperanzas y melancolías que permite socavar cada una de las capas de las que está hecho el ser humano.

Encontramos así la historia del amor y del matrimonio; la historia del amor por los hijos, y de los amantes; la historia del deseo, de entrega, y de ser correspondido. Es por ello que en medio de la narración, las palabras construyen una fantasía que se van fundiendo con la realidad, y los pasos del personaje se confunden con los del  lector.

Posamos frente a una realidad que es fantástica, y al mismo tiempo, en su cotidianidad, hace parte de cientos de vidas, de quienes transitan las calles del centro de la ciudad, de quienes van por la vida con el apego por la literatura en un mundo, que sabe muy bien de amores no correspondidos. Esta narrativa autobiográfica gusta mucho cuando el lector descubre que…

 

«« Usina se había fugado con el puma»», o cuando «« Alina, protagonista de la primera historia, vuela y nos hace volar en un viaje de fantasía, imaginación y deseo junto al personaje, justo en el momento en que salta por la ventana»».

 

En cada una de sus historias, el autor logra que el lector se identifique con sus personajes, pues en medio de esa narración en primera persona, encuentre relatos íntimos tan propios como nuestros miedos, personajes cargados de traumas, y con los cuales es fácil lograr identificar y conmover, hasta el grado de encantarnos. Son relatos que logran experimentar el destino trágico de la humanidad, y recuerda en breves reflexiones que el ser humano padece de melancolía, de tristes desencantos, de amores incompletos que se entrecruzan con breves y divertidas anécdotas de amor. Los personajes se apegan a sus deseos, son feroces, celosos, sufren y mueren.

Desde el otro lado, el libro es una historia de las mujeres que van construyendo los recuerdos de un hombre. Mujeres que recobran todo su sentido, pues el protagonista es estático, y son ellas, quienes al final dan un argumento al libro. Son mujeres con rostros, nombres, y características que cambian, son mujeres que mutan, y quizás no están en el centro de la historia, pero que sin duda, su presencia constituye el eje de la narración, pues sin la esencia del Ser MUJER, ninguna de estas historias pudiera ser escrita.

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Autor: Milciades Arévalo

Editorial: Ediciones Exilio

Imagen de Portada: Sol y luna, de Reynel Llanos

 

Milciades Arévalo, director de la revista Puesto de Combate, es periodista y escritor colombiano. Autor de libros de la literatura colombiana como Cenizas en la Ducha, Inventario de invierno y A la Orilla del Trópico. Su labor como dramaturgo y director de teatro le ha merecido reconocimientos a nivel internacional.

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Lun Jul 9 , 2018
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