El Sistema del Arte ¿cuántas Revoluciones por Minuto?

Por:Andrés Fabián Domínguez Urrea

Imagen: Alexandra / München. | pixabay | Licencia Creative Commons

Eivar Moya Yepez, artista valduparense radicado en Bogotá, define al ser humano como "lo que todos contenemos, lo que todos podemos mostrar, somos grandes actores, podemos ser asesinos, podemos ser sacerdotes, podemos ser niños, podemos ser eróticos, podemos ser humildes, somos seres humanos, peor cosa no podemos ser".

Sumemos la complejidad humana a la complejidad del arte dentro de un sistema que opera con aciertos y desaciertos, una industria supeditada a la intercesión de personas e instituciones. La base son los artistas en comunicación con los espectadores; la función específica de galeristas, coleccionistas, críticos, curadores; la importancia de instituciones como la academia, los museos, las ferias, las bienales, los salones, los espacios independientes; el Estado y las políticas que expida. Bogotá es epicentro, pero la actividad del sistema del arte no se reduce a la capital, es nacional, expandido, fluctúa entre centralización y descentralización. Este documento otorga un panorama de consulta, principalmente, para estudiantes de arte.

Robert Fleck, ensayista y curador vienés, consigna que el sistema del arte existe para "posibilitar un trabajo artístico para quienes están implicados", en su libro El Sistema del Arte en el siglo XXI, publicado en el 2013.

Darío Ortiz Robledo, artista y escritor tolimense, presenta un panorama pesimista del arte y la cultura al señalar que "las políticas culturales tienden a la farsa, a la espectacularización". Ortiz expone el sistema del arte en el conversatorio Figuración, poder y sabotaje, realizado en Taller Trescientosuno, el 14 de julio, atizando lo de 'poder y sabotaje' cuando "hay que exponer lo que le conviene a la política porque ¡los intelectuales son peligrosos!".

Para Antoni Muntadas, artista español, en conferencia el 14 de agosto, organizada por Flora ars+natura y UTadeo, "el sistema del arte siempre ha existido, se ha ido haciendo activamente, ejerciendo esta situación en manos de poca gente, esto lo detecté en los años 80. Entendemos que las cosas se dan de una manera genérica y no vemos particularidades. Estamos en una situación de acumulación de poder y de economías, vemos que el mercado está de cierta manera tomando una posición fuerte sobre los hechos culturales"; Muntadas habla del proyecto Between the Frames: The Forum, entrevistas a 150 personalidades del arte mundial.

Pero ¿cómo encontrar tranquilidad en un sistema en el que Fleck, Ortiz y Muntadas, evocan una balanza en mal estado?

Santiago González Rodríguez, artista y gestor cultural bogotano, fue presidente del Consejo de Cultura de Tunja, Boyacá; desconoce en parte el concepto de "sistema del arte" y en contraparte reconoce "el Sistema Nacional de Cultura, lo que existe o deriva entre lo público y lo privado en la escena del arte colombiano", desde allí cuenta su experiencia:

"Cuando estudiaba en la UPTC, me preguntaba cómo el arte está inserto en la cultura en un contexto de región; al graduarme, realizo prácticas en un museo, esto me lleva a investigar la Ley General de Cultura e interesarme por la gestión de la estampilla Procultura, que ¡promulgada hace 25 años nunca existió en Tunja! Se organizaron las diferentes áreas, no fue fácil, y esto es un mal síntoma; la gente no asiste a los diálogos comunes. Los recursos existentes, no solo en Boyacá sino en todo el país, van a ferias, fiestas y verbenas, que son respetables pero la cultura es más que eso; después de un año logramos la estampilla por acuerdo municipal, que aprobaba recursos para seguridad social de los artistas, escuelas de formación en los barrios, bibliotecas públicas y la carpeta de estímulos basada en la carpeta del Ministerio".

Los logros locales de González son variables comparados en el ámbito nacional. El 27 de marzo, los artistas de todas las disciplinas realizan protestas pacíficas y artísticas, para comunicar al gobierno nacional su inconformidad con los recortes presupuestales para la cultura, las problemáticas de la economía naranja, la importancia del arte en el postconflicto, la exigencia de la creación de la ley nacional para la seguridad social de los artistas, sin contar que en la mayoría de los casos, el sector no es convocado a debatir estos temas.

González explica que, "la ley de Seguridad Social para el Artista y Gestor Cultural Colombiano no se ha implementado por vacíos jurídicos; falta una ley específica desde el Congreso que dicte la forma de ejecución de recursos, que están congelados a manera de ahorro pasivo nacional, con el peligro de que se destinen a otra cosa".

En abril, Julio César Guzmán publica un perfil en El Tiempo, los pormenores del surgimiento, el esplendor y el ocaso de Ernesto Franco, "decano de la caricatura nacional" y creador del gamín Copetín. Tres meses después, el mismo diario, el mismo periodista, reportaba el fallecimiento de un artista que recibía condecoraciones, a la vez que subía el cánon de arrendamiento donde vivía.

¿Los asuntos importantes del sector artístico y cultural se olvidan fácilmente en Colombia?

Los casos de González, luchando contra obstáculos burocráticos, o de Franco, colmado de trayectoria y elogios pero pudiendo haber estado protegido por una política de seguridad social, son disyuntivas que Pablo Quintero, director de artes plásticas de la Escuela de Artes y Letras, simplifica: "nunca será suficiente lo que haga el Estado para impulsar o promover la cultura, puesto que no es prioritaria; han habido cosas en las que se nota un poco de voluntad, pero no es suficiente. El Estado debería invertir mucho más en cultura de lo que usa en defensa; deberíamos estar más educados y sensibles en relación a nuestro entorno. Si no hay elemento fundamental de cambio, no vamos a llegar a ninguna parte".

González arroja un dato desalentador, "del PIB, Colombia le asigna a Cultura el 0,16%, cuando otros países recomiendan un 2%. Además, para el 2018, el recorte en el Presupuesto General de la Nación en cuanto a Cultura pasará de 408 mil millones a 352 mil millones; el de Ciencia bajará de 380 a 222; y el de Educación de 35.436 a 35.394".

Mientras tanto, en el vecindario latinoamericano, el portal del Ministerio de Cultura y Patrimonio de Ecuador, el 31 de agosto publica la noticia: "Trabajadores y profesionales del arte y la cultura ya cuentan con seguridad social ajustada a su realidad".

Dentro del sistema del arte, y/o cultura, es de alta importancia el papel de la Academia. Martha Leonor Ayala Rengifo, decana de artes de la Universidad Pedagógica Nacional, es concisa al respecto: "los países determinan como quieren educar a su pueblo"; Colombia decidió que debe existir lo público y lo privado, pero "los pone a competir, ejecuta asignaciones presupuestales que terminan siendo hasta perversas, que hacen que el presupuesto público se vaya para lo privado, sacrificándose la educación pública"; la decana también es enfática en afirmar que "las artes, para la constitución de sujetos, es vertebral".

Sobre la formación artística también encontramos puntos de inflexión. Para el colectivo bogotano Taller Trez, "uno se prepara como autodidacta que después de salir es lo que cuenta, los estudios son un abrebocas y no se puede decir que ya está completo".

Andrés Velasco, artista caleño recientemente radicado en la capital, anota que "la academia debe tener un punto medio, las dinámicas son diferentes al salir, la academia te construye una casa en el aire y luego la casa no está; puedes ser un pintor del putas pero no sabes por qué haces las cosas, son trabajos vacíos". Sin mencionar las veces en las que se oyen quejas sobre los docentes de arte, Velasco señala, "hay profes egoístas con el conocimiento, que no les interesa que el estudiante aprenda, otros parecen solamente contar las horas para pensionarse".

Martha Leonor responde esta problemática: "tenemos un sujeto estético, tenemos un sujeto ético, van de la mano, tengamos la capacidad de apreciar al otro y a lo otro. La institución educativa está en crisis, esto se refleja en las estructuras que llevan las mismas maneras y procesos, para una sociedad que nos empieza a exigir otras maneras de ser como ciudadanos".

Carlos Guerrero, director de la Academia de Artes Guerrero, complementa la noción de humanidad de Eivar Moya: "el ser humano se encuentra consigo mismo y encuentra en el arte una forma de trasformación de su vida". Vivir del arte en respuesta al rudimento generalizado que percibe el arte como un hobbie; Guerrero señala que "el arte es único, irrepetible, individual, irreemplazable y si tienes algo que alguien desea y tiene con qué pagar, a eso se le llama comercio, no es nada extraño, porque el arte se vende, todas las expresiones humanas se convierten en herramienta económica".

Los graduados encuentran múltiples caminos para blandir dicha herramienta económica: la docencia; trabajar con instituciones; concursar por subvenciones, becas, premios, estímulos; autogestión; creación de espacios independientes; trabajar en su taller, la producción y promoción de su obra cuya finalidad es el movimiento con las galerías. Alfredo Araujo, director de la Academia de Artes Fábula, implementa asignaturas para entrenar a los estudiantes en términos de relación con las galerías: "no es un problema tan complejo como parece, es mutuo, los galeristas tampoco se valorizan sin artistas, tienen que llevarse bien en una relación de confianza".

Enrique Soto, de la galería El Garaje, recomienda al artista que desee presentar su portafolio (a cualquier galería) "que muestren lo que ellos quieren mostrar, la técnica dominante de ellos, saber que quieren mover y hacer, y transmitirle eso al galerista". Sobre el asunto álgido de la transacción comercial, aclara que "los porcentajes son personales", son manejados independientemente por cada galería y en el mejor de los casos se pactan entre las partes, como lo enfatiza Araujo: "no son entidades del Estado que tengan obligación con los artistas, es mera comercialización".

Pasando al tema de curaduría, donde las discusiones suelen estar a punto de ebullición, Guillermo Vanegas, curador, investigador y escritor, repasa que "ya no es el que hace la obra, el que determina como es el perfil del campo artístico, sino que es una persona externa que le dice que es lo que está sucediendo, lo contextualiza, lo vende, lo promociona, lo historiza, el proyecto es trasversal".

Para Daniel Grajales, periodista cultural antioqueño y discípulo de Alberto Sierra, resume que un buen ejercicio curatorial "logra conectar una exposición con el público, hacer un poco más amena la intencionalidad del artista, trabajando junto a él, sin ser más importante que el artista nunca, porque es un proceso de acompañamiento y de cocreación".

Sobre el campo de la crítica, las palabras de Halim Badawi, experto en el tema: "En la crítica, el fondo y la forma son igual de fundamentales para persuadir al público, para comunicar, para inquietar, para tender puentes. Y uno de los grandes problemas del arte de nuestro tiempo es la desconexión entre público y arte, y esta desconexión tiene muchísimo que ver con los críticos. Se necesita gente que escriba con menos miedo a perder el puestico, gente a la que no le de miedo revelar los intríngulis del arte, que son bastantes, bonitos y feos; o, como diría Lucas Ospina, el reverso del decorado".

"Bonito y feo" es el sistema, y quienes perciben centralismo, lo saben. Carlos Gómez, artista barranquillero, habla de la "replicación" de la Feria del Millón en la Costa: "se llega sin conocimiento del contexto, quedando por fuera algunos procesos locales importantes". Libardo Archila, artista y gestor radicado en Villavicencio registra que en nuestro sistema "los criterios de selección son establecidos por personas sin conocimiento real del arte". Jorge Torres recalca que la Fundación Cultural MAI está "hecha por artistas que se entienden entre artistas" para sortear las puertas cerradas del sistema, logrando circulación en 19 países. Juan Vélez, Ninfa Urrego y Dayan Rozo, artistas interdisciplinarios que operan independientemente en Madrid, Cundinamarca, señalan que "estamos más rodeados de 'deberes' que derechos en cuanto a nuestra función. Se deben señalar las cosas desde un 'otro lugar'". La Tribu Laches, movimiento artístico comunitario "independiente, autogestionado, contracultural y de resistencia" en los cerros orientales, guarda silencio ante "la inoperancia, la desidia y la hipocresía de las instituciones".

¿Cuántas otras revoluciones por minuto sucederán en el sistema del arte?.

 

Publicado: 5:33 p.m. 20/11/2017

 

Andrés

Fabián Domínguez Urrea

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