Isaías Peña Gutiérrez: una vida formando escritores

Por: Oscar Godoy | Publicado en la Revista Nómadas de la Universidad Central, 2014. |

El jueves 10 de octubre del 2013, tras hacerse público el otorgamiento del Premio Nobel de Literatura a la escritora canadiense Alice Munro, no había otra persona más contenta en Colombia que el escritor, profesor y crítico literario Isaías Peña Gutiérrez.

“Ganó el Nobel de Literatura una mujer. Fue mi apuesta. Y ganó una cuentista, mi segunda apuesta. Y cayó en Alice Munro, mi tercera apuesta. Una señora cuentista. Qué alegría. Ella fue una de las autoras que tuvimos hace dos años en Noche de Narradores, en la Universidad Central”, anotó en su página de Facebook tan pronto conoció la noticia.

Puede parecer una anécdota menor en la historia del maestro, como acostumbran a llamarlo muchos de quienes interactúan con él a diario en la Universidad Central y en otros espacios culturales de Bogotá y del país, pero no cabe duda de que dibuja de cuerpo entero a un hombre consagrado por completo al arte y el oficio de la creación literaria.

Cada día de su vida, de hecho, es la mejor muestra de esa dedicación. En las madrugadas, aún antes de que alumbre la primera luz del sol, aprovecha la tranquilidad de su casa para leer diarios y revistas de actualidad literaria y cultural, de Colombia y del exterior. Con ayuda de Internet, se pone al tanto de los últimos lanzamientos literarios, de los escritores que se hacen notar en cualquier lugar del planeta, de los ganadores de certámenes literarios, de escuelas y tendencias, de polémicas y nuevas propuestas que se abren paso en un panorama siempre cambiante y renovado. No de otra forma se explica que sorprenda constantemente con su conocimiento de la actualidad del campo literario y que, por ejemplo, haya incluido a Alice Munro en la programación de la Noche de Narradores (una de las actividades de extensión que él dirige en la Universidad Central), dos años antes de convertirse en premio nobel de literatura, en momentos en que muy pocos sabían de ella en Colombia.

Un segundo frente de lectura es el de los autores y obras de diversas épocas y procedencias, en algunos casos para volver sobre estos y en otros para leerlos por primera vez, que luego serán objeto de sus columnas periodísticas o materia de discusión y análisis en sus clases del Taller de Escritores de la Universidad Central (TEUC) o de los programas de pregrado y posgrado en Creación Literaria de la misma Universidad.

La lectura es un insumo esencial para cualquier escritor. Pero no la lectura desprevenida y superficial, regida por los criterios del gusto personal, ni la lectura del crítico literario, que busca interpretar y aplicar modelos teóricos sobre la obra objeto de análisis, sino la del escritor: la lectura activa del creador que busca desentrañar los secretos del oficio desarrollados por los autores de la tradición literaria universal, que establece relaciones y encuentra la forma como ha evolucionado la composición de historias, personajes, narradores, formas de describir o de narrar, desde sus inicios hasta hoy, para concebir luego su propio aporte a esa tradición, lo que yo he dado en llamar el texto inexistente1.

Y un tercer ámbito de lectura es el de los cuentos, novelas, guiones u otros formatos escritos que llegan a sus manos por su desempeño frecuente como jurado de certámenes literarios de alcance local, nacional o internacional. “Ser jurado es una excelente manera de entrar en contacto con lo que se está escribiendo, con los temas y las formas de escritura vigentes en cada momento”, comenta Isaías Peña respecto a esta tarea que acepta realizar con entusiasmo varias veces al año.

LA ESCRITURA


Con la luz del sol, Isaías Peña acomete la actividad que más le apasiona: la escritura. No es casualidad que uno de sus libros tenga por título Escribir para respirar (1998), ni que su blog personal, creado hace más de cinco años, se llame Escribir como un loco, en alusión a la estrecha simbiosis que los verdaderos escritores tienen con su oficio. El blog, que actualiza con regularidad, es un espacio en la Web dedicado a comentar autores, obras y eventos de la actualidad literaria, en la misma tradición de columnas como El correo de los chasquis y Arca de papel, que Isaías Peña escribió durante varios años en los diarios El Espectador y El Tiempo, respectivamente; de A ver qué pasa, su primera columna, que tuvo en la edición dominical del diario El Siglo a finales de los años sesenta; de su paso por el diario Vanguardia Liberal y la revista Credencial, y de la columna que viene publicando cada sábado, desde hace varios años, en El Diario del Huila, el periódico de su departamento natal, que luego cuelga en el blog mencionado2.

Germán Gaviria, alumno de Isaías Peña, egresado del TEUC, ganador del Concurso de Novela del Ministerio de Cultura del 2011 y del Premio Nacional de Novela Corta de la Universidad Central en el mismo año, afirma:

Además de los doce libros que ha escrito, entre los se encuentran desde estudios literarios, crónica, narrativa, hasta creación literaria, y de los cientos de artículos y de textos periodísticos publicados desde hace más de cuarenta años, conviene resaltar su visión moderna de lo que es y ha sido la literatura de la última centuria en Colombia3.

Los libros a los que alude Gaviria son, a saber: Cinco cuentistas (Peña et ál., 1972); La generación del bloqueo y del estado de sitio (1973); Estudios de literatura (1979); La narrativa del Frente Nacional (1982); Manual de la literatura latinoamericana (1987); Breve historia de José Eustasio Rivera (1988); José Eustasio Rivera (1989); La tierra soy yo. Compilación de textos sobre la obra de Manuel Mejía Vallejo (1990); Escribir para respirar. Latinoamérica: ensayos y entrevistas (1998); Ensayos y contraseñas de la literatura colombiana (1967-1997) (2002); La puerta y la historia. Textos (2014 [2004]), y El universo de la creación narrativa (2014 [2010]). Salvo este último volumen, que reúne la experiencia y los aportes teóricos de Isaías Peña al campo de la formación de escritores, los demás libros brindan un amplio panorama de la literatura colombiana y latinoamericana del siglo XX. En relación con esta obra, anota Germán Gaviria:

La producción intelectual de un humanista no sólo se mide por la calidad de los libros producidos, que en el caso de Isaías es de enorme trascendencia para comprender las dinámicas de la literatura colombiana del siglo pasado, y vislumbrar hacia dónde va, sino por la lucidez de sus ideas. Poner en contexto un legado de la dimensión del trabajo de Isaías, es poner la vara más alta, y plantear un reto mayor para las generaciones que vienen. Es obvio el tamaño de sus aportes para el desarrollo de la cultura de Colombia, aunque no todo el mundo lo vea. Isaías es una voz clara, con autoridad moral e intelectual, en medio del ruido.

Respecto al aporte de los libros y textos periodísticos de Peña Gutiérrez, el escritor Roberto Burgos Cantor, actual director de posgrados del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, considera que:

Isaías tenía, y tiene todavía, una característica que no es usual: siempre ha sido una persona muy generosa y solidaria, que no excluye a nadie. En esos años en que lo conocí, en los cuales las convicciones políticas separaban a la gente, eso no ocurrió con él, pues tenía una mirada amplia del mundo. En su ánimo de dar cuenta de todo lo que ocurría en la literatura colombiana, sus reseñas poco a poco se fueron convirtiendo en noticia de la salida de los libros, con dos o tres frases que daban cuenta de ello, con el único propósito de dar cabida a más títulos. Isaías tenía siempre preocupación por la producción literaria que estaba viva fuera del centralismo de Bogotá, y en esa medida dio cuenta de cuando salió mi primer libro de cuentos, mi primera novela4.

Según Joaquín Peña Gutiérrez, escritor y hermano de Isaías, “en su trabajo periodístico él desarrolló la perspicacia y la intuición para detectar las condiciones de los autores y sus obras, y un talento especial para la entrevista a escritores, que dio lugar a varios de sus libros”5. En esto coincide Roberto Burgos:

En una ocasión tuve la fortuna de escuchar toda una clase de buenas preguntas, de buen reportaje, cuando Umberto Valverde regresó de México con la alegría de su libro Bomba camará editado allá, y la primera persona que le hizo un reportaje largo, más de cuatro horas de grabación, fue Isaías. Como Umberto se había quedado en mi casa, pude ser beneficiario de esa excelente conversación, que pone de relieve todo un momento de nuestra narrativa, en especial del género cuento.

Sus columnas también se convirtieron en punto de referencia, muchas veces polémico, sobre el acontecer de la literatura de su tiempo. Según Roberto Burgos Cantor:

Isaías siempre establecía las conexiones de unas obras con otras, buscando el hilo de la tradición. Él fue una de las primeras personas que nos regañó a Óscar Collazos, a Umberto Valverde y a mí, por el uso y abuso del concepto de ruptura en los setenta, pues consideraba que los nuestros eran libros desconocidos que formaban una tradición, pero al ser desconocidos no se podía hablar de ruptura, sino sencillamente ponerlos a flote y discutir su aporte a su época, su momento.

De estas horas matinales de escritura brotan, aparte de artículos y columnas periodísticas, libros, conferencias y presentaciones (cada año Isaías Peña es invitado a muchos y muy diversos eventos en distintos lugares del país, para que hable de literatura), las propias obras de creación narrativa de Isaías Peña: cuentos, novelas y poemas que en su mayoría se encuentran inéditos, y que cada vez que salen a la luz ganan algún reconocimiento literario. Hasta la fecha, el Isaías Peña Gutiérrez creador puede mostrar como logros su selección como finalista en el concurso de la Revista Nova, en 1967; el segundo premio en el Concurso Nacional de Cuento Universitario, en 1968; el segundo premio en el VI Concurso Internacional de Cuento “Prensa Nueva”, de Ibagué, en 1991; el primer premio del Concurso de Cuento de la Universidad Central de Bogotá, en el 2008; y el primer premio en el XXXI Concurso Nacional Metropolitano de Cuento de Barranquilla, en el 2009.

“Yo leí algunos cuentos suyos, publicados por distinciones en concursos”, anota Roberto Burgos Cantor, para quien dichos relatos

[…] se ubicaban en la tensión de la época: la búsqueda de formas de expresión, y de superar el lastre tan pesado que imponía la confusión entre la indagación literaria y las reglas del buen escribir establecidas con un sentido moral por la Academia de la Lengua y las instancias educativas. Había una rígida regla sobre las palabras que podían usarse y cómo usarse, y por supuesto esa imposición volvía artificiosa la visión de la realidad de la que se alimentaba la literatura. Los cuentos de Isaías eran parte de esa tensión.

LA OBRA DE ARTE DE ISAÍAS

Hacia el mediodía, Isaías Peña Gutiérrez se prepara para dirigirse a la Universidad Central, la institución educativa donde ha podido poner en práctica todos sus planteamientos y su experiencia acerca de la formación de escritores. En este centro académico nació en 1981, el TEUC, calificado treinta años después, en el 2011, por el entonces rector de la Universidad, Guillermo Páramo Rocha, como “la obra de arte de Isaías”, por ser uno de los cursos de extensión más exitosos de la Universidad, con un reconocimiento local, nacional e internacional, que se pone de manifiesto cada semestre por la cantidad de aspirantes a escritores que se inscriben en sus convocatorias.

Dicho Taller es el germen y brinda el fundamento teórico y metodológico de la oferta de programas académicos que nacieron en la Universidad Central en el siglo XXI, constituida, en su orden, por la Especialización en Creación Narrativa (de 2 semestres de duración, iniciada en el 2008), el pregrado en Creación Literaria (de 8 semestres, iniciado en el 2010) y la Maestría en Creación Literaria (de 4 semestres, iniciada en el 2013), que la convierten en la institución que lidera el campo de la formación de escritores en el país.

Peña Gutiérrez dedica las tardes, y parte de las noches, a la dirección del Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad, del que dependen esos programas, así como de las actividades de extensión (publicaciones, encuentros con escritores, eventos especiales como la visita del premio nobel de literatura 2003, John Maxwell Coetzee, en abril del 2013 y en agosto del 2014, etcétera) y otras iniciativas extraacadémicas que complementan los procesos de formación de escritores en la Universidad Central.

Para entender mejor la dimensión de los programas académicos de creación literaria de la Universidad Central, conviene hacer referencia a aquel que les dio origen: el TEUC. Según recuerda Joaquín Peña:

[…] cuando Isaías vio agotada su labor en la crítica literaria, encontró un camino en la formación de escritores. Por eso, le hizo la propuesta del Taller a Jorge Enrique Molina, rector en ese momento, con la anuencia de Álvaro Rojas de la Espriella, quien dirigía el Departamento de Humanidades y Letras. El proyecto fue aprobado y empezó a ofrecerse como programa de extensión, de manera gratuita, en 1981.

No eran tiempos fáciles para este tipo de espacios. Según Isaías Peña:

[…] si bien en aquellos inicios de los años ochenta se registraba un cierto boom de talleres literarios, influenciado por lo que venía ocurriendo en México y otros países, lo cierto es que la gente de la literatura desconfiaba de la formación de escritores en el ámbito académico. A diferencia de los países anglosajones, donde existe una tradición que se remonta al siglo XIX, en Colombia y otros países latinoamericanos primaba la antigua noción según la cual los escritores solamente podían formarse en la lectura y en el ejercicio individual, aislado. Los talleres eran mirados con sospecha.

Para el fundador del TEUC:

[…] mientras un escritor puede tardar largos años en formarse individualmente, el Taller (y actualmente los programas de pregrado y posgrado en Creación Literaria y Narrativa) ofrece la oportunidad de acceder en poco tiempo a un amplio número de autores y obras representativas de la tradición literaria universal, al dominio de las principales técnicas narrativas y a otros secretos del oficio, al tiempo que le permite entrar en contacto con escritores consagrados, participar en eventos e interactuar con pares suyos, con quienes comparte intereses y búsquedas.

De ahí que cada convocatoria del Taller sea acogida, desde sus comienzos, por una gran cantidad de personas de distintas edades y procedencias. Anota Isaías Peña Gutiérrez:

Al Taller llegan médicos, abogados, matemáticos, literatos, sociólogos, lingüistas, psicólogos, publicistas, periodistas, contadores, administradores de empresa, estudiantes de colegio, pensionados, una gama amplísima de intereses y personalidades que sólo tienen en común su pasión, a veces largamente aplazada, por la escritura narrativa. Este factor le da una gran riqueza a las sesiones, pues cada quien aporta desde su saber, pero al mismo tiempo todos se encuentran en un mismo nivel: el nivel de quien quiere formarse como escritor.

En sus inicios, el TEUC tenía un año de duración, con una sesión semanal que se realizaba en un amplio salón de eventos localizado en la sede de la Universidad Central en el barrio Santa Fe. “Era una verdadera prueba de resistencia”, recuerda Isaías. “Sólo un puñado de los estudiantes que iniciaban lograban llegar al final de las sesiones, pues se les atravesaban las distintas circunstancias de la vida”.

Al respecto, el escritor Germán Gaviria recuerda que el Taller

[…] no sólo orientó nuevas lecturas y algunas maneras de abordarlas, sino que sirvió para ampliar mi visión del mundo. Como nuevo tallerista, a finales de la década de los ochenta, llegué con muchas ideas en la cabeza; ya había escrito cuentos y novelas, pero no tenía idea de cómo se inscribían en un ámbito más amplio, aparte del que yo cotidianamente vivía. Eso sin contar que aprendí a perder la vergüenza de mostrar a personas desconocidas lo que yo estaba produciendo. En el fondo, no sé qué tan bueno sea eso, uno se vuelve descarado con los amigos.

Con el paso de los años, y espoleado por el afán de experimentación y búsqueda de su fundador, el TEUC adoptó distintos horarios y formatos, al tiempo que iba consolidando su programa de creación literaria, apoyado en una incesante búsqueda inductiva de problemas y categorías de creación literaria, basada, casi por completo, en la lectura y análisis de cuentos y novelas, más que en las bibliografías teóricas de otros autores. Sobre este punto comenta Isaías Peña Gutiérrez:

Uno de los secretos de la continuidad del TEUC es que siempre ha tenido un programa. A diferencia de otros talleres, que funcionan más bien como tertulias, en las que cada quien llega a leer sus textos y a escuchar comentarios, el Taller de la Central está estructurado sobre un cronograma, una didáctica y unos principios tomados de la experiencia literaria y artística, ajena y propia, que se van desarrollando —entre la praxis y el nuevo conocimiento—, por sesiones, apoyados en lecturas y ejercicios de creación literaria dentro y fuera de clase. Además, es un espacio de libertad, donde a los estudiantes se les abre un amplio panorama literario para que desarrollen su propia manera de escribir.

Al comenzar la segunda década del siglo XXI, el TEUC evolucionó hacia un formato de ocho semanas programado dos veces al año, con un contenido que condensa la propuesta pedagógica y teórica sobre la cual se estructuraron los programas académicos en creación literaria de la Universidad Central.

Dicho contenido, recogido en el libro El universo de la creación narrativa (2014 [2010]), contempla una primer momento en el que se examinan las categorías generales aplicables a la escritura de cualquier texto en prosa, y un segundo momento dedicado a las cinco categorías específicas (sujeto, objeto, relación, perspectiva y medios), que interactúan en la escritura de textos de ficción narrativa (cuento y novela), organizadas teóricamente en lo que Isaías Peña Gutiérrez denominó a finales de los noventa, la “pentafonía de la creación narrativa”.

Así como el pintor debe conocer a fondo los colores, las texturas y los materiales con los que plasmará sus cuadros, el escritor debe conocer en detalle su herramienta básica de trabajo: el lenguaje. Según Isaías Peña, “los elementos básicos de la literatura narrada pertenecen al circuito de la comunicación y de ellos, muchas veces, no tenemos conciencia por formar parte de la lengua materna que usamos mecánicamente, sin explorar su origen y sus componentes” (2014 [2010]: 61).

Por ello, en su propuesta, el escritor en formación debe hacer conciencia del signo lingüístico y sus componentes fónico y gráfico; de la evolución de la lengua desde la Antigüedad hasta hoy, que ha sido posible gracias a la dinámica que le imprime el habla (noción que antecede, sucede y, en síntesis, hace evolucionar a la lengua); y de las normas que rigen la escritura (gramática, sintaxis), nociones todas que abren, de una parte, la posibilidad de realizar un manejo “correcto” del lenguaje en el texto narrativo, y, de otra, la viabilidad de explorar creativamente la trasgresión de la norma, y de los componentes del lenguaje, en la búsqueda de efectos estéticos y experimentaciones que pueden enriquecer y darle nuevos alcances al texto narrativo.

Una vez el escritor en formación ha tomado conciencia del lenguaje y sus posibilidades creativas, es el momento de acercarse a las categorías específicas de la llamada pentafonía de la creación narrativa. La primera de éstas es el sujeto, que intenta responder desde el proceso creativo a la pregunta de quién cuenta y quién vive dentro del relato. Por esto, en ésta intervienen desde el autor de carne y hueso, que en el caso específico del texto narrativo es el escritor que ejerce su oficio, hasta entidades de la ficción como el narrador, esa voz encargada de contar desde una ubicación específica, y el personaje, el sujeto de la ficción que respira dentro de las páginas. ¿Qué se logra cuando el autor-escritor entra o no a formar parte del relato?, ¿qué efectos tiene la voz del narrador, y cómo se construye un personaje tridimensional (con dimensiones física, psicológica y sociológica) para la ficción narrativa?, son elementos que se estudian en detalle dentro de esta categoría.

La segunda categoría, el objeto, intenta resolver la pregunta acerca de qué cuenta el relato. Isaías Peña sostiene que toda narración brota de una fuente (biográfica, testimonial, bibliográfica, metaartística, de la tradición oral, etcétera), y a partir de ésta sufre una serie de transformaciones inherentes al proceso creador, hasta plasmarse en la hoja de papel. Dentro de dicho proceso, tarde o temprano el escritor necesitará establecer la idea motriz, el tema y la premisa dramática, nociones que ayudarán a delimitar, clarificar y trazar el recorrido del relato.

La tercera categoría, la relación, se ocupa de cómo se cuenta el relato, y en este sentido, propone un recorrido sobre los mecanismos que permiten la composición del texto narrativo dentro de un continuo que puede incluir estructuras formales (capítulos, espacios en blanco, etcétera) y estructuras espaciotemporales. Toda historia, afirma Peña Gutiérrez, transcurre en un lugar y en un momento específicos, y el escritor debe establecer el manejo que hará de ambas variables, al tiempo que define la apertura (la jugada inicial del relato) y los diversos artilugios narrativos (anticipaciones, prefiguraciones, manejos de la tensión y la intensidad, etcétera) de los que puede disponer para capturar la atención del lector y conducirlo a la conclusión deseada.

La cuarta categoría, la perspectiva, intenta responder dónde se ubica el sujeto narrador respecto al relato que cuenta. Las posibles ubicaciones del narrador (desde afuera o desde adentro del relato, en una frontera entre el adentro y el afuera, o incluso por ausencia), la distancia que tiene (espacial y temporal) de los hechos narrados, el lente utilizado para ver y narrar la historia, son elementos fundamentales para el avance del relato, y en esta categoría se estudian de manera pormenorizada.

La última categoría es la de los medios de los que dispone el escritor para su oficio, y hace referencia específicamente a lo que se conoce como las formas elocutivas del lenguaje: la descripción, la narración y el diálogo. ¿Qué se logra con cada forma elocutiva?, ¿qué le aporta al relato?, ¿cómo ha evolucionado su uso a lo largo de la tradición literaria y cómo podrían utilizarse hoy?, son aspectos que se examinan a fondo, pues de la interacción de los tres surge el relato nuevo.

Según Isaías Peña, si bien estas cinco categorías en el TEUC se estudian por separado, en el oficio real del escritor interactúan unas con otras en todo momento del proceso creador. De ahí la necesidad de que el escritor tenga conciencia de éstas y las conozca a fondo, para utilizarlas en el momento indicado.

El recorrido anterior se complementa, en el programa del TEUC, con la lectura constante de autores y obras de la tradición literaria universal, siguiendo un orden cronológico desde la Edad Media hasta hoy, y procurando un acercamiento al mayor número posible de autores y de subgéneros narrativos (policiaco, terror, ciencia ficción, fantástico, histórico, erótico, realista, viajes y aventuras, infantil y juvenil, mini cuento, metaficción, entre otros). Un recorrido que se realiza desde la perspectiva del escritor, no del crítico: “Yo considero que este componente es esencial, pues permite encontrar por asociación, por negociación o contradicción, y por ausencia o ignorancia, eso que yo llamo el ‘texto inexistente’, el relato que puede escribir el escritor de hoy”, afirma Isaías Peña Gutiérrez.

El tercer componente del TEUC son los ejercicios de creación que los estudiantes deben desarrollar dentro y fuera de clase, en concordancia con los elementos del lenguaje y la pentafonía narrativa contemplados en el programa. Este espacio propone a los estudiantes exploraciones novedosas de la escritura, a veces muy distantes de lo que acostumbraban hacer antes de llegar al Taller, con el fin de ampliar el horizonte de posibilidades de su trabajo creador. “Resulta estimulante comprobar que muchos de estos ejercicios, en los que los estudiantes ni siquiera sospechaban que tenían habilidades, han dado lugar a cuentos ganadores de concursos literarios”, comenta Peña Gutiérrez.

Asimismo, anota Isaías Peña:

Existe un cuarto componente que no está en el programa, pero que ha sido de gran importancia para el TEUC: es el componente de los estudiantes, que no solamente se hacen sentir por el entusiasmo con el que asumen las lecturas, las discusiones de clase y los ejercicios de creación, a lo largo de las sesiones, sino porque al terminar entran a conformar una comunidad dinámica, que en muchos casos se mantiene cercana de las actividades del Departamento de Humanidades y Letras.

En este sentido, resulta destacable la participación de los miembros o egresados del TEUC en eventos de extensión como la Noche de Narradores y el Club del Libro; en actividades especiales como el reciente evento dedicado a “Las lecturas de J. M. Coetzee”, realizado en agosto del 2014; en lecturas públicas de cuento o poesía; en escenarios como la Feria Internacional del Libro de Bogotá; en encuentros con escritores; matriculados en los programas en creación literaria y narrativa de la Universidad Central; o participando con sus obras en los premios nacionales de literatura que cada año organiza el Departamento de Humanidades y Letras.

Luego de 32 años de labores, el TEUC cuenta con más de 1300 egresados, que han ganado más de 400 premios y distinciones en certámenes literarios del país y del exterior, y publicado un número difícil de precisar de libros de cuento y novela, así como relatos o fragmentos de novela en revistas, antologías y páginas web. De los textos premiados o publicados, tal vez el rasgo predominante es la gran diversidad formal y temática, que da buena cuenta de la libertad creadora inculcada por el TEUC en cada una de sus sesiones, en conjunción con distintas exploraciones sobre la técnica narrativa contemporánea. Como anota el escritor Germán Gaviria: “Isaías ha impulsado la educación literaria desde hace ya dos generaciones, y ha ayudado a formar y ha impulsado escritores que hoy ostentan un lugar en el ámbito nacional e internacional”.

Muchos de los egresados, de otra parte, han conformado grupos que trascienden el espacio del Taller y se proyectan hacia un trabajo posterior. Así ha ocurrido, por ejemplo, con el “Centro de Estudios Alejo Carpentier”, un grupo conformado por egresados de las primeras promociones del TEUC, entre los cuales se cuenta el ya citado escritor Germán Gaviria, junto a Gloria Inés Peláez, Óscar Arcos y Jorge Cardona, entre otros, dedicado al estudio de autores y obras, a la promoción de concursos literarios (durante diez años realizaron el Premio Nacional “El Cuentista Inédito”), a la realización de publicaciones y a la cualificación de sus integrantes; con un grupo de escritura de cuento conformado por egresados de las promociones 2001 y 2002, conocido informalmente como “Las Marmotas”, del cual formaron parte Fernando Cano Busquets, Andrea Vergara, Luis Caviedes, Óscar Godoy y Manuel José Rincón, entre otros, varios de ellos ganadores de premios nacionales y distritales de cuento y novela; con “Maracuyá Azul”, grupo conformado por egresados de la promoción del 2006, como José Tomás Castro, Hugo Reyes, Luz Dary Peña y María Eugenia Restrepo, entre otros, o como el grupo que resultó de la celebración de los treinta años del TEUC, llamado “Los 30”, conformado por egresados del 2011, varios de ellos destacados en concursos, como Jerónimo García, Óscar Ramírez, Diana Perico, Fernando Gutiérrez y Juan de Dios Sánchez. Estos y otros grupos cuentan siempre con el acompañamiento de Isaías Peña Gutiérrez y de otros docentes del TEUC, que asisten a las reuniones, aportan temas de discusión, autores y sugerencias para la consolidación de su labor creativa. Afirma Isaías Peña:

Vale la pena resaltar que estos mismos componentes, con mayor profundidad y desarrollo, constituyen la fundamentación teórica y metodológica de los programas de pregrado y posgrado en creación literaria de la Universidad Central. Allí se está confirmando la solidez de esta propuesta, desarrollada a lo largo de más de treinta años de reflexión y práctica en torno a los procesos de formación de escritores.

Para el escritor Roberto Burgos Cantor,

[…] la propuesta desarrollada por Isaías se encuentra en un momento muy rico, de plena reflexión hacia la búsqueda de horizontes nuevos, como lo indica el hecho de estar formulando en la actualidad un programa de doctorado. La experiencia de la Especialización, que desde el 2009 cuenta con egresados, y la Maestría y el Pregrado, que tendrán sus primeros graduados a finales del 2014, dan cuenta de que allí hay un espacio ganado en buena lid, que debe arrojar muchos más frutos, porque se encuentra en un momento de coyuntura en que el mundo entero está discutiendo temas tan delicados como qué tipo de conocimiento genera la producción artística, o cómo resolver desde la academia el estímulo y las consideraciones sobre lo creativo. De hecho, Isaías ha sabido solucionar las tensiones normales que pueden surgir entre la academia universitaria y la exigencia de libertad de lo creativo. Es una solución sin antecedentes, pues si bien tiene vigencia en la música, el cine y la dramaturgia, en creación literaria no existía nada.

LAS OTRAS HORAS

Tan importantes como los esfuerzos dedicados a dirigir los programas académicos en creación literaria, son los espacios que Isaías Peña Gutiérrez consagra a encontrarse con escritores, poetas, editores, profesores, artistas, gente inmersa en la maraña de la vida cultural y literaria del país, que acude a él con proyectos, textos inéditos, autores recién leídos, en busca de consejo o, simplemente, con el propósito de sostener una buena conversación sobre el tema que siempre tienen en común: la literatura.

El almuerzo en algún restaurante del centro, el café, y, más adelante, las “onces” del final de la tarde, son espacios que aprovecha para conversar con sus numerosos amigos.

La cafetería es el lugar donde de verdad me gusta trabajar, discutir proyectos, tomar decisiones y hablar de literatura, de cine, de viajes, de cultura, de mil temas de actualidad, sin las rigideces que impone el espacio de la oficina. Lo que algunos no entienden es que aún en la cafetería, frente a un café y una torta, yo sigo trabajando. Yo trabajo veinticuatro horas, sin importar el lugar donde me encuentre.

Muchas de las actividades extraacadémicas que organizan los programas de creación literaria de la Universidad Central surgen precisamente de esas reuniones y charlas informales. La idea de aprovechar un viaje a la ciudad australiana de Adelaide, donde vive su hija Tamara, para establecer contacto con el premio nobel de literatura 2003, John Maxwell Coetzee, en septiembre del 2012, nació de una de estas reuniones, y llevó a la realización del Primer Seminario Internacional de Autor “Tres Días con J. M. Coetzee”, uno de los eventos más destacados de la agenda cultural, no sólo de la Universidad Central sino de Colombia durante el 2013, y al reciente evento “Las lecturas de J. M. Coetzee”, realizado en agosto del 2014.

Simposios, encuentros con escritores, seminarios, coloquios, lecturas públicas, concursos, actividades que enriquecen y complementan la formación de los escritores cobran vida muchas veces en esas horas de conversación informal. Momentos que en ocasiones se extienden hasta bien entrada la noche, cuando Isaías Peña Gutiérrez emprende el regreso a casa, con la mente llena de nuevas ideas, temas y proyectos para desarrollar en las próximas horas, días o semanas. Como anota Joaquín Peña,

[…] yo admiro de Isaías su disciplina, el orden que le imprime a cada cosa y la gran voluntad que tiene para realizar proyectos. También le admiro la condición humana, que consiste en una fortaleza interior de no hacerle mal a nadie, y al contrario, procurar siempre actuar éticamente. Él es capaz de ser un hombre bueno, como en el postulado martiano. Y todo esto lo pone al servicio de su convicción sin adjetivos de que la literatura es un bien cultural muy importante para los pueblos.

RECUENTO DE UNA VOCACIÓN

Isaías Peña Gutiérrez nació en el municipio de Saladoblanco, Huila, en 1943. De su infancia recuerda con especial cariño la experiencia de haber vivido durante dos años en la finca de su padre, en Pitalito, Huila, sin otra compañía que su abuelo. Era un niño todavía, pero aquellos meses sembraron en él un afecto profundo por la tierra, por los paisajes del macizo colombiano, por la observación, a lo lejos, del volcán del Puracé, y por un entorno al que siempre busca regresar. No en vano, muchas veces al año, en cada puente festivo o en vacaciones, emprende la ruta hacia el sur, a diez horas de viaje por carretera, para visitar las casas de sus hermanas y hermanos en Pitalito, para recorrer a pie las montañas de su finca y entrar en contacto con autoridades municipales, profesores y activistas culturales, para promover concursos literarios, donar libros a las bibliotecas de los colegios municipales y rurales, y realizar otras labores que contribuyen al desarrollo cultural y literario de la región donde nació.

“Cuando estudió bachillerato en Garzón, Huila, Isaías ya manifestaba una inclinación fuerte hacia la literatura y las humanidades”, recuerda Joaquín Peña, su hermano.

 

En esos años montó un periódico mural y fundó un espacio radial cultural y literario en Radio Garzón, la emisora más importante del municipio, y allí hacía de todo: escribía el libreto, investigaba, ejercía como locutor. Al mismo tiempo, era tan buen estudiante, que existen fotos en las que todos los hermanos posábamos sosteniendo las medallas, diplomas y demás reconocimientos ganados por él en el colegio.

Al terminar el bachillerato, Isaías se trasladó a Bogotá. Comenta Joaquín Peña:

Mientras estudiaba Derecho y Ciencias Políticas en la Universidad Externado de Colombia, en los años sesenta, Isaías continuó con la labor que tanto le había gustado desempeñar en Garzón, pues le interesaba mucho el impacto de los medios de comunicación para la difusión de la cultura […]. Entró en contacto con el suplemento dominical del diario El Siglo, que entonces era dirigido por Gabriel Cabrera y María Mercedes Carranza, y allí empezó a publicar artículos, entrevistas, reseñas, comentarios, críticas, sobre la literatura colombiana y latinoamericana. Hubo un momento en que, siendo todavía estudiante, ya tenía una columna periodística propia, y estaba en contacto con un amplio número de escritores e intelectuales de su generación, que incluía a Juan Gustavo Cobo Borda, Álvaro Miranda, Augusto Pinilla, Gabriel Cabrera y José Luis Díaz-Granados, entre muchos otros.

Tras obtener el título como Doctor en Derecho y Ciencias Políticas, su excelencia como estudiante hizo que Fernando Hinestrosa, rector de la Universidad Externado de Colombia, le propusiera vincularse como profesor en ese mismo programa. Aquel fue el inicio de su carrera como docente, que todavía hoy ejerce con dedicación y entusiasmo, aunque enfocada hacia lo que ha sido su pasión de toda la vida: la literatura y la formación de escritores.

Durante aquellos años, mientras trabajaba como profesor de derecho, la tensión iba creciendo entre esta actividad y lo que cada vez se afirmaba más como su vocación literaria, expresada semana tras semana en columnas, artículos y reportajes publicados ya no sólo en diarios y revistas nacionales, sino en revistas de tanto prestigio como Casa de las Américas, de Cuba. “Las clases en el Externado eran su trabajo remunerado, mientras, de manera simultánea, ejercía la labor cultural que lo apasionaba de verdad”, comenta Joaquín Peña.

La tensión entre las dos actividades finalmente se resolvió en favor de la literatura. A comienzos de la década de los setenta decidió estudiar Español e Idiomas en la Universidad Pedagógica, y cursar la Maestría en Literatura Latinoamericana del Instituto Caro y Cuervo de Bogotá, pues concluyó que necesitaba una mayor fundamentación en su formación literaria. En 1975, al lado de sus clases de Derecho Procesal en el Externado, comenzó a dictar Literatura Colombiana en la Facultad de Filología e Idiomas de la Universidad Libre, por invitación de quien había sido su profesor de Estilística, Otto Ricardo Torres, y, a mediados del mismo año, se vinculó al Departamento de Humanidades y Letras de la Universidad Central, dirigido entonces por el intelectual Álvaro Rojas de la Espriella, donde fundó y dirigió por cinco años algo que no era usual todavía en la educación colombiana, una especie de curso preuniversitario que privilegiaba a quienes deseaban ingresar a la Universidad Central, y que tenía cinco componentes: historia social del arte y la literatura (que Isaías dictó durante los cinco años que duró el curso), matemáticas, ciencias sociales, lenguaje y metodología.

Su ingreso a la Universidad Central fue también determinante para lo que sería, a partir de la década de los ochenta, uno de los grandes empeños de su vida: la creación y puesta en marcha de un programa de formación de escritores, único —por su persistencia y proyección posterior— en Colombia, y uno de los pocos en Latinoamérica, que comenzó con el TEUC, y llevó a lo que hoy es la amplia y reconocida oferta de programas de pregrado y posgrado en creación literaria de esta institución universitaria.

Como resalta el escritor Roberto Burgos Cantor, “creo que pocos seres humanos pueden tener las satisfacciones que genera un empeño tan desarrollado y que haya alcanzado los niveles de calidad, los resultados comprobables en premios y libros publicados, como Isaías con su trabajo en creación literaria”.

NOTAS

1 Las citas textuales de Isaías Peña no referenciadas corresponden a la entrevista realizada por el autor el 22 de octubre del 2013.

2 Blog disponible en: www.isaiaspenag. blogspot.com

3 Las citas textuales de Germán Gaviria corresponden a la entrevista realizada por el autor el 30 de octubre del 2013.

4 Las citas textuales de Roberto Burgos Cantor corresponden a la entrevista realizada por el autor el 24 de octubre del 2013.

5 Las citas textuales de Joaquín Peña Gutiérrez corresponden a la entrevista realizada por el autor el 28 de octubre del 2013.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. PEÑA, Isaías, Luis Lasso, Antonio Palomar, Begur Sánchez, Humberto Tafur, 1972, Cinco cuentistas, Neiva, Instituto Huilense de Cultura.

2. ________, 1973, La generación del bloqueo y del estado de sitio, Bogotá, Punto Rojo.

3. ________, 1979, Estudios de literatura, Bogotá, El Huaco.

4. ________, 1982, La narrativa del frente nacional: génesis y contratiempos, Bogotá, Universidad Central.

5. ________, 1987, Manual de la literatura latinoamericana, Bogotá, Educar.

6. ________, 1988, Breve historia de José Eustasio Rivera, Bogotá, Magisterio.

7. ________, 1989, José Eustasio Rivera, Bogotá, Procultura.

8. ________, 1990, La tierra soy yo. Compilación de textos sobre la obra de Manuel Mejía Vallejo, Neiva, Fundación Tierra de Promisión.

9. ________, 1998, Escribir para respirar. Latinoamérica: ensayos y entrevistas, Bogotá, Opus Magna.

10. ________, 2002, Ensayos y contraseñas de la literatura colombiana (1967-1997), Bogotá, Universidad Central.

11. ________, 2014 [2004], La puerta y la historia. Textos, Ibagué, Pijao.

12. ________, 2014 [2010], El universo de la creación narrativa, Bogotá, El Huaco.


Fuente: nomadas.ucentral.edu.co

Autor: Oscar Godoy

Comunicador Social-Periodista de la Universidad Externado de Colombia; Magíster en Escrituras Creativas de la Universidad de Texas en El Paso (UTEP). Coordinador Académico del Pregrado de Creación Literaria de la Universidad Central. E-mail: ogodoyb@ucentral.edu.co

Publicado en la Revista Nómadas de la Universidad Central, 2014.

 

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