Publicado: 05/03/2018

Las Letras en el Fútbol: la expresión de un juego que une a la humanidad

Por: Alejandro Jiménez Schröder

Mucho se habla de fútbol por esta época; los comentarios giran alrededor de una pelota y 32 equipos que buscan la máxima presea, mientras el mundo se ha sumido en un mar de información en el que de lo único que se habla es de este juego.
No vamos a discutir si está bien o mal, o de por qué debería o no gustarle a la gente el fútbol; vamos simplemente a rendir un homenaje al deporte que ha marcado la palabra a lo largo de la humanidad, por haber inspirado a millones de personas en el mundo a soñar, y creer que puede ser realidad. Vamos a navegar por las obras, autores y palabras que han vinculado el fútbol como parte fundamental de su escritura.


Para algunos, fútbol es sinónimo de negocio; para otros, una confrontación de idealismos y nacionalismos; otros ven un referente político, y algunos ven en este deporte un terreno ideal a explorar para una igualdad de géneros. Nosotros en Lapislázuli queremos verlo en  el campo de la literatura, donde se establece la tensión entre la palabra y la letra que ha motivado a escritores de distintas partes del mundo, no solo a escribir sobre fútbol, sino a reflexionar sobre las formas que este deporte ha cautivado y transformado la humanidad. Sin embargo, hay algo que es innegable: ya sea que alabemos el fútbol o que desdeñemos de él, este deporte ha tomado un papel preponderante en la sociedad, y en cada uno de nuestro ser, en la medida que es reflejo de nuestra interioridad. El fútbol es como la vida: un juego que es más trascendental que el juego.


El juego palpita, da emoción y en 90 minutos se convierten en la vida que tenemos, para que en ella encontremos sentido a nuestra existencia. Seamos defensas o atacantes, nuestra presencia en el mundo es fundamental. Algunos son líderes que encaminan el equipo para beneficio colectivo, y otros con su magia resaltan su individualidad. Igual, simplemente es fútbol …


Un universo que ha creado sus propias reglas, y en el medio aparece el espíritu humano que se explaya sobre el campo, y a su vez el trabajo en equipo, en las figuras,  los errores, las tristezas,  las alegrías, el triunfo y la derrota, la solidaridad…. Cada experiencia humana está representada en el campo de fútbol.

 Como afirma Quique Wolff, periodista deportivo:
¿Cómo vas a saber lo que es el amor?
si nunca te hiciste hincha de un club
¿Cómo vas a saber lo que es el dolor?
si jamás un zaguero te rompió la tibia y el peroné
y estuviste en una barrera y la pelota te pegó justo ahí…

¿Cómo vas a saber lo que es el placer?
si nunca diste una vuelta olímpica de visitante
¿Cómo vas a saber lo que es el cariño?
si nunca la acariciaste de chanfle
entrándole con el revés del pie
para dejarla jadeando bajo la red

Así como la vida, el fútbol está lleno de azares y fortunas, de esfuerzos, de logros y derrotas en donde nos desciframos como individuos. Sufrimos, lloramos, reímos, sentimos, amamos hasta convertirnos en una pasión. Algunos escritores han llegado a vivir esta relación fútbol – literatura más allá de la imaginación, como es el caso de Albert Camus quien fue portero de la selección argelina, o Günther Grass quien jugó en la selección de Alemania.

 

El fútbol se escribe entre contrastes, en el filo del  despeñadero en donde se logra la gloria, o se desfallece, tal como lo sintió. Una pasión que ha llegado a tocar  las letras de Mario Benedetti, de Galeano, de Alberti, Neruda, Camus, Nabokov, Jairo Anibal niño, entre otros. Como en el poema de Neruda, somos jugadores que reconocen su existencia en la tristeza, somos héroes o villanos cuando nos reconocemos en la tierra y entonamos la canción de la belleza de la tierra. Su idioma al ser el balón, es capaz de poner en diálogo las más diferentes culturas y hacer que todos hablemos cual si fuera la cancha una babilonia en donde confluyen distintas nacionalidades, culturas, sociedades  y una misma razón para vivir.

¡Gol!!!!! Gooolll!!  Suena a la distancia como una necesidad de afirmar nuestra existencia, de asumirnos como seres sociales; suena gol cuando tras la contienda uno de los dos se ha impuesto sobre el otro. Y sin embargo, ambos son vencedores, pues en el campo de fútbol todo queda, y al terminar el partido se abrazan en un lazo de fraternidad.


La victoria es el reconocimiento de pasar a formar parte de los anales que entretejen la historia que une a la humanidad. Cuando sale Brasil al campo, no es un país que juega, sino Latinoamérica que grita, y levanta su voz para decir: ¡miren el juego bonito!!  ¡Miren que a pesar de tanta miseria y tanta pobreza en el país más grande de América latina, su gente, sin importar su condición social, son humanos. Al salir Colombia o México al campo, no son los yugos del narcotráfico y violencia sombríos lo que une a toda América, sino el espíritu de hermandad que resalta la persistencia, la imaginación, los sueños, el trabajo, la honestidad.


Naveguemos en las letras que hilan esta pasión, y nos reviven la experiencia del fútbol desde nuestra experiencia vital. Del balón que pateamos cuando pequeños, del partido de barrio en la infancia, de la copa mundial que celebramos y sentimos como nuestra, o del penal que aquel jugador erró y cerró la posibilidad de celebrar junto a nuestros amigos.
Un juego, que es tan serio como la vida, pues en cada minuto en la cancha ponemos en juego mucho más que un marcador, pues ya sea un compromiso amistoso o la final, nos definamos al dejar todo en la cancha y soñar que lo podemos lograr.


 

 

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