Edición No 36. Domingo 13, Diciembre 2009|
 

Poesíalapiz

Lloraba de niño al sentir frías las aguas
la sierra nevada casi incrustada en el mar azul intenso
brisas del Caribe penetraban mi piel mojada,
un temblor exploraba mi cuerpo, entonces tiritaba

Oh, Pozos Colorados, qué hermosa eras!
el salobre intenso sobre mi paladar humedecía igual mi olfato
pececillos rondando mi melancolía en aguas transparentes
y la mirada al horizonte, un destino de nadie

Cuán lejos estaba entonces el infinito, cuán incierto era el confín
en la mente de niño reinaba lo inexplorado con su angustia
en la mente del joven la esperanza soñaba la ilusión del amor
y el alma saboreaba satisfecha la perfección del Creador

Cuánto deseo que vuelvan esos tiempos cuando tus aguas eran frías
azules y cristalinas, el sabor del mar, la brisa tropical
percibir el danzar las olas hacia la playa y su volver alegre a la profundidad
avistar el infinito, donde océano y cielo se acarician para fantasear

Ahora es otra cosa, no han pasado muchos años pero mi edad ya es madura
barcazas en espera de su cargamento, negras en fila estacionadas
flotillas que en el horizonte limitan mi visión y derrumban mis sueños

Carbón, negocio de transnacionales, ni siquiera de nosotros
sucias las aguas del cisco, salobre repulsivo, oscuro el destino,
mi mente está cercada, no veo el horizonte, ahora es un pozo obscuro

¿Dónde está mi destino?
mi cuerpo no tirita, aguas cálidas ¡dónde están mis peces!
Qué hemos permitido, hasta cuándo nuestro silencio
y a ti, mi hermoso mar, destino de sueños,
perdón por lo que hemos hecho

 
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