Edición No 35. Domingo 11, Octubre 2009|
 

Editorial
Hay Festival en Cartagena y las Contradicciones en su Entorno.




Alzada entre las murallas aparece Cartagena de Indias brillando con esplendor. Una ciudad con miles de historias y contrastes. Una ciudad mágica que se debate entre el progreso y la tradición. Ciudad Histórica que enmarca sus manifestaciones artísticas, culturales y sociales desde un enfoque particular en el que la lucha por el quebrantamiento de la marginalidad y la conquista de derechos se convierte en una premisa.
Hacia el año 1533 Pedro de Heredia funda Cartagena de Indias sobre el poblado indígena llamado Calamari (territorio donde actualmente queda la ciudad amurallada) como parte del proyecto expansionista que llevaba a cabo el imperio español, que destruyó una de las sociedades más ricas de América prehispánica en su desbocado empeño por encontrar oro y otros preciados metales.


Cartagena es una ciudad que vive y renueva su propia historia a través de sus calles, sus museos, su gente. Una de estas tantas historias es el Hay Festival que en su quinta edición se anuncia como uno de  los eventos literarios más importantes de Colombia e Hispanoamérica.
En esta nueva edición de Hay Festival (entre el 28 y el 31 de enero) cientos de amantes de las letras de distintas partes de Colombia y el mundo se dieron cita en esta hermosa ciudad con el deseo de vivir el gran evento, que se pone al lado de ferias del libro como la de Guadalajara o Buenos Aires, en donde es posible encontrar un acercamiento con escritores, periodistas y cineastas de gran reconocimiento.


Hay Festival Cartagena 2010, organizado por Fundación Mapfre, contó con el apoyo económico de grandes patrocinadores. Eventos similares son organizados con menos recursos como el “IV Carnaval Internacional de las Artes” en Barranquilla, que se llevó a cabo entre el  27 y 31 de enero.  Podría reconocerse que el ambiente festivo creado a través de la organización induce a promover otros eventos que concentran a gran parte de la población en ámbitos similares; Hay Festival podría tomarse como referente, lo cual, para la sociedad sería solo ganancia si se promovieran más eventos de esta magnitud. Bondades a nivel cultural por el hecho de fomentar y resaltar la Literatura como una postura ética, un modo de vida en un mundo donde día a día se hace apología a las armas, el sexo y la droga
Como diría el refrán: “el que busca encuentra, aunque no sea lo que no pensaba “: ¿aún seguimos buscando el oro en las grandes formas mientras, lo esencial se halla en lo que pasamos por alto? La primera noche, Hay Festival abría la gala con la presentación en la Plaza de la Aduana de Manu Dibango, saxofonista camerunés de música fusión de jazz, soul y ritmos africanos, mientras que a unos pocos metros, en la Torre del Reloj, frente a la estatua de Heredia, un grupo de danza tradicional se presentaba de manera gratuita a los turistas: danzas y ritmos de la costa Caribe como el Mapalé, la Cumbia o el “baile del garabato”.  O mientras en la ciudad amurallada se exhibían una serie de eventos destacados, la Fundación Plan y Hay Festivalito llevaban al público infantil y juvenil de las comunidades marginadas a las escritoras Estercilia Simancas y Vicenta Siosi, de la etnia indígena Wayú, para que hablaran con los niños de la comunidad El Pozón.


Para algunos, realizar un Festival de dicho talante se convierte en una incongruencia abismal al enmarcar la literatura dentro de un show de estrellas de la cultura, lo que clasificarían como una “literatura elitista” que regocija en su torre de cristal a una clase social, mientras afuera, en la ciudad amurallada se desconoce el latir de la Literatura, que padeciendo con hambre son víctimas del contraste más lamentable de miserias y exclusión que se vive en este país. Son contradicciones presentes que no se pueden desconocer.
El verdadero problema no es que el festival sea la mercantilización de la literatura, ni mucho menos que sean unos pocos los artistas elegidos para celebrar este encuentro
de estrellas y mecenas. Evidentemente dicho escenario es un lugar propicio para exhibir: publicidad, editoriales, premios y farándula se entrecruzan promoviendo esos libros que próximamente veremos expuestos en las vitrinas.
Para la gente del común, el Festival no es el gran escenario para debatir, discutir de literatura; solo es una aburrida fiesta en la que “nada pasa”. Para otros, la literatura debería ser un evento privilegiado, y no un espíritu de masas. Otros, simplemente lo consideran como un momento de éxtasis para mostrar de manera grandilocuente  las experiencias de vida de unos pocos elegidos. Mientras que para otros, es un lugar privilegiado desde el cual personalidades reconstruyen el mundo desde la palabra y ponen lo más sublime y vital al alcance de los lectores.
La pregunta es ¿qué pasa cuando la literatura se convierte en ese algo superfluo que olvida su sustento, su motor, y razón de ser que son los lectores?.


El festival como un lugar conservador. El monte Olimpo donde se consagran los grandes de las letras, los cánones, sin lugar a retarse a sí mismo como un acto contestatario. Pero queda entonces la pregunta ¿Cuáles fueron los criterios para hacer la selección? Pregunta banal, pues nunca dará cuenta ni satisfará el gusto de todos. Simplemente, queda la esperanza para los muchos que lo consideran un evento superfluo, que no logra llenar las expectativas, que el próximo año los invitados sean de distinto talante.
El último día del evento me preguntó un transeúnte:  ¿Y realmente Si Hay Festival? Pensé que a pesar de saber que el próximo año  volverán a invitar un par de personalidades, se volverá hablar de los poetas de moda y los escritores no tendrán mejor opción que sonreír frente a las cámaras de quienes anhelan conocer aquellos autores que les han brindado horas de esparcimiento,  o quizás, que no han leído, pero por ser el novelista reconocido, merece estar en la foto para pasará a la posteridad. A pesar de saber que volveremos a tener un festival lleno de publicidad y patrocinadores, Hay Festival es un pretexto para “la gran celebración literaria y cultural que representa”.
Y aunque afuera de la ciudad amurallada pocos sabían que había un Festival de Literatura, si me preguntan, yo diré que sí hubo “Hay Festival de Cartagena”.

 

 
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