Una Voz de Alerta sobre la propuesta Ley Naranja.

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Por: Gustavo Quesada y Viviana Rangel

 

El Proyecto de Ley 104 de 2015, denominado también Ley Naranja o Ley de la Economía Creativa, presentado por el senador Iván Duque Márquez (autor principal), entra a su tercer debate en el Congreso de la República sin que se haya realizado una consulta previa con las entidades, trabajadores y gremios del sector, a pesar de que en el Artículo 4 del Proyecto, se afirma que en la formulación de la Política Naranja participarán los colectivos, agremiaciones, consejos, etc. que se han conformado en este amplio segmento de la economía. Esta omisión no es una novedad, aunque si da indicativos de su intencionalidad. No podemos olvidar que Iván Duque, viene del BID, entidad  financiera en la cual se ocupó de los temas de la Economía Creativa, lo que le permitió fundamentar su libro “La Economía Naranja” y el Proyecto de Ley a que nos referimos. Ante su propuesta fijamos algunos criterios que la discusión colectiva debe complementar.

1. El arte es desdibujado y se le incluye, como una actividad creativa más, entre un sinnúmero de industrias, actividades y oficios que tienen como común denominador, generar propiedad intelectual. Según esto, forman parte de la Economía Creativa: libros, impresiones, academia, revistas, periódicos, literatura, bibliotecas, audiovisuales, cine, televisión, fotografía, video, discografía, radio, artes visuales y escénicas, conciertos, presentaciones, teatro, orquestas, danza, opera, artesanías, diseño, moda, juegos, turismo cultural, arquitectura, museos y galerías, gastronomía, videojuegos, ecoturismo y otros.

2. Es claro que el propósito de esta ley es “empresariar” (Artículos 2, 3, 4, 5) esta actividad económica, con el objetivo del lucro, lo que reduce, aún más, el arte, a la categoría de mercancía, como bien pueden serlo y de hecho lo son, los videojuegos, la moda, el entretenimiento y otras industrias similares. El arte expresa lo más profundo de la vida de los pueblos, las naciones y las sociedades; humaniza, fija posiciones críticas sobre lo humano y lo social, y ayuda a los pueblos a construir identidad, horizontes y futuro. En últimas, el arte tiene un alto valor material e inmaterial y por esta razón merece un trato especial.

3. El artista desaparece en esta ley, no es ni siquiera mencionado. Por ninguna parte hay una referencia a sus condiciones laborales, a su salud, a su pensión y en general a sus condiciones de vida y de trabajo. Tampoco se le menciona como objeto de protección del Estado. Por el contrario, los mecenas y patrocinadores (Artículo 8) del arte y la cultura, sí son señalados como merecedores de “incentivos fiscales” Si el arte es una mercancía, el creador es apenas un “productor de mercancías” y como tal es considerado laboral y jurídicamente.

Sin embargo, más allá de las consideraciones sobre el arte y el artista, hay otros problemas que afectan, en general, a la llamada por el proponente “Economía Creativa”, que deben ser considerados.

4. Este proyecto de Ley, más que solucionar el problema del abandono de los creadores por el Estado colombiano, busca que en medio de la crisis, y la baja de la rentabilidad en otros sectores económicos, la economía creativa sirva como “oportunidad de negocios”, no para los artistas si no para grandes empresas nacionales e internacionales. Es importante resaltar que estamos de acuerdo con que desde todos los frentes se aporte a la riqueza de la nación, pero esto no necesariamente exige entregar el sector cultural a la especulación financiera.

5. Por otra parte, no podemos olvidar, que en los Tratados de Libre Comercio (TLC) la cultura se ha negociado como una mercancía, desconociendo incluso las salvaguardas que señala la UNESCO. El artículo 5 de la proyectada Ley es muy claro: Se trata de acomodar la “Economía Creativa” a los TLC ya firmados y los por firmar. Con esta Ley, en esencia, se trata de afinar los instrumentos jurídicos para que las industrias creativas extranjeras entren al mercado colombiano con las mismas garantías de nuestra naciente industria nacional. Es decir, estamos ante un nuevo caso de competencia desigual, en la que la desprotección y la falta de garantías llevarán a la ruina a las industrias culturales nacionales.

6. Este proyecto de ley no habla del fortalecimiento del sector a través del apoyo financiero del Estado; por el contrario, entrega al capital financiero el manejo de la “Economía Naranja”. En materia de presupuesto, solo contempla créditos y líneas de inversión a través de Bancoldex, Findeter y Procolombia, entidades que promueven y financian el libre comercio, con lo que, finalmente, además de encadenar la Economía Creativa a los ciclos de la apertura económica, encarece su consumo, obligando a los ciudadanos a pagar los costos.

7. Finalmente, el Consejo Nacional de la Economía Naranja, dice el Proyecto, quedará constituido por los ministros de Hacienda, de Trabajo, de Educación, de las TIC y de Cultura; por los directores de Planeación Nacional, del Dane y del Sena, y por los presidentes de Bancoldex, Procolombia, y Findeter. ¿Se requieren más explicaciones? Ningún gremio, ni un escritor, ni un pintor, ni un cineasta, ni un teatrero, dramaturgo o músico formará parte de este Consejo.

 

 

NOTA DEL EDITOR: Lapislázuli Periódico hace eco y promociona la lectura crítica del artículo de Gustavo Adolfo Quesada y Viviana Rangel, enviada a artistas, promotores culturales y a toda la población sensible con el tema. Para nosotros tiene la importancia suprema cuando de creación del Ser Humano se trata; toda expresión que conduzca a reflejar el sentir de la persona y de los pueblos que representa, y permite con esto construir lazos sociales para el mejor relacionamiento y entendimiento en la expresión de sentires diferentes, de sentimientos autóctonos, la expresión libre. La invitación va dirigida a nuestros lectores en Colombia, pero más allá, de toda la América Latina y del mundo, porque todos hacemos parte de un solo proceso en el direccionamiento de la globalización de la economía mundial y sus perspectivas de homogenización de conciencias y expresiones sociales. Ante este proyecto de Ley, busquemos entre todos cual es la mejor apuesta para la cultura y sus diferentes expresiones.

Por lo anterior es preocupante que esta ley sea aprobada y que en consecuencia:

 

Lo anterior no impide que estemos de acuerdo con el artículo 6 del Proyecto de Ley, que plantea el fortalecimiento de los sistemas de información del sector cultural a través del Dane y la actualización de la Cuenta Satélite de Cultura.

Finalmente: la cultura y el arte en Colombia necesitan una legislación que esté acorde con su estado actual. Por ello proponemos que se inicie una amplia discusión en la que participen todos los actores involucrados, para que además de retirar el arte y la cultura del bloque de la llamada Economía Naranja y oponernos a la entrega de la cultura a las multinacionales, podamos trabajar para crear una Política Pública Cultural del Estado y una Nueva Ley General de la Cultura y el Arte que incluya el fortalecimiento y la promoción del artista y su trabajo, a la vez que defienda la producción de las industrias culturales nacionales.

 

  • 1. La búsqueda de negocios y rentabilidad lleve a una desprotección mayor de la producción cultural de la nación que, aunque es, hoy en día, significativa, debe ser fortalecida para que pueda competir con la industria cultural extranjera y con la denominada cultura "mainstream" o del entretenimiento. Es decir, esta Ley conduce a la mercantilización y banalización del arte y la cultura, y a la quiebra de nuestras incipientes industrias culturales.
  • 2. Las regiones, las etnias y los municipios pierdan toda posibilidad de una expresión cultural autónoma e independiente y queden sometidos a los circuitos financieros y a la empresarización que promueve esta Ley.
  • 3. A falta de garantías, el artista y creador colombiano termine siendo un empleado más de las grandes empresas de la creatividad, sin posibilidad de continuar con su producción propia, independiente y generalmente crítica.
  • 4. El Estado entregue al sector financiero, nacional e internacional, la responsabilidad de financiar la cultura en el país, como ya lo hizo con la salud, las cesantías, las pensiones, etc., con las consecuencias que todos conocemos. Es claro, para todos, que en el sector financiero cualquier "mercancía" que no genere alta rentabilidad debe desaparecer.


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